Y
al tiempo que pronunciaba esas palabras, se fue acercando a ella, casi sin
querer, poco a poco, y cada vez estaban más cerca... Estaban cada vez más y más
cerca y... sucedió. Se impulsó un poco hacia ella y la besó. La besó, así, de
repente. Y no pudo hacer nada, no pudo evitarlo, sencillamente se quedó
paralizada e inmóvil, no pudo apartarse. Solamente cerró los ojos y se dejó
llevar por la situación. Y le respondió con un beso, y con otro, y otro, y
después otro…Y cada vez con más intensidad, con más cariño. Y así durante
varios minutos… No quería que aquello acabase nunca. Estaba en el paraíso.
Quería que el tiempo se detuviese y que no volviese a correr el reloj; quería
que el mundo entero dejase de girar en aquel instante y que sólo existiese él y
sus besos… Le encantó. No hay otras palabras más exactas para expresar lo que
sintió Julia en ese momento, no sabría cómo hacerlo porque fue tan bonito, fue
tan perfecto... Hay sensaciones que no pueden describirse, sólo vivirse y
sentirse. Y no hay mejor sensación que la de un primer beso entre dos personas
que se gustan, entre dos personas que están enganchadas la una a la otra desde
la primera mirada que se cruzaron cuando ella se bajó del coche y él ya estaba
de pie en aquella parada de autobús esperándola; entre dos personas que
necesitan demostrarse su cariño. Nada tan estremecedor como un primer beso. Y
menudos besos… Besaba tan bien… Besaba de una forma tan adictiva que… Madre
mía, creyó enloquecer completamente. Ya no era la misma. Tenía la sensación de
ser otra persona diferente, una persona nueva… Se sentía feliz, peligrosamente
feliz.
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